El tiempo se prende al mármol como la estela de un recuerdo se dibuja en la mente. Los sitios pasan tal cual las voces y sus lenguas, los olores de la vida, el adiós o el amor que estuvo a nuestro lado en el mismo tren.

domingo, 2 de septiembre de 2012

1966 (A modo de ensayo)


El salvavidas, los gorritos blancos y la ropa que se adivina de fajina en el ámbito marinero, corona un momento feliz a bordo del viejo patrullero donde pasé cuatro años de mi vida.
Figueroa, Vicedo, Niz, Ferro, Ferreyra y yo, reíamos alegremente desde una desbordante  camaradería, estábamos a punto de llegar a puerto, después de un largo mes de mar y horizonte. Las altas torres de Buenos Aires que ya se divisaban, canal 7 y el Cavanagh, eran cual promesa de un sabor distinto a la disciplina "pirata" del barco. 
Navegar era nuestro oficio, perfeccionar y prestar la actividad específica de cada uno y algo que no era menor, tratar de convivir bajo cualquier circunstancia, a veces en situaciones de estrechos límites. Pasados muchos años de esta foto, rememoro el instante y me parece lícito rescatar aquél tiempo de juventud, donde sin saberlo, ya estábamos casi inmersos en un conflicto político - social que más tarde enlutaría al país de muy mala forma, corría 1966. 
Veníamos del sur continental y la cercanía del apostadero presagiaba muchas cosas moviendo la imaginación festivamente. La noche del "bajo Retiro" con sus bares ruidosos, los tragos interminables y los aromas particulares de sitios atrayentes, oscuros y prostibularios, donde se podía encontrar toda clase de personajes y aventuras burdas como insólitas.  A nadie se le ocurría prejuzgar entonces estas posibilidades que para nuestra mocedad significaban diversión, pocos pasaban los veinte años y algunos estábamos debajo de ellos. 
Un general de ejército, Onganía, había tomado el poder destituyendo por la fuerza al Doctor Ilía, Presidente honesto y preclaro elegido por el pueblo. La salida que ansiábamos quedó restringida y sin efecto, porque media hora antes de atracar, nos arengaron diciendo que  éramos "bando rebelde" del golpe de Estado en marcha. 
Por muchos días, desde la dársena de Puerto Madero, nuestros cañones apuntarían hacia una ciudad indefensa pero también indiferente. (texto y foto de José López Romero)