Ellas parecen oscurecer el día con tristeza
acomodar el tiempo de la quietud
de la lluvia mansa o tensa, de las hojas desmembradas
y la soledad que nos reclama para decir sus cosas.
El patio yace húmedo, fértil, alfombrado en ocre
mi guitarra suspira en silencio pues sabe que será abrazada
y las melodías llegarán, con su novedad o sus tonos viejos,
todo está bien, mis barcos de papeles escritos navegan por un río caudaloso.
Nubes cerrando el cielo, salvando la sed que merodea
motivando el alba, la rutina, los pajaritos albañiles del barro
los ruidos cautos en las casas que temen despertar
horas que mueren de otra manera, como quienes vuelan bendecidos por el cielo.
Dejo que la borrasca fiel me vuelva a bautizar
mirando alto hasta que el agua me haga cerrar los párpados,
camino descalzo hollando la tierra blanda y pienso que,
mañana diré, al ver las marcas, por aquí he andado, doy fe.
Texto y fotografía de José López Romero