El alma de un niño suele
guardar aquellos nombres que en los primeros tiempos de la vida le impresionan.
Y hace de estas figuras recogidas con el esmero de la infancia, una legión de
héroes que no olvidará mientras viva. Pedro Magna, o “Beleto”, como se lo
conoció en nuestro barrio popular, fue jugador de Sportivo, miembro de una familia
esperancina que nutrió al “zanjonero”, cada uno a su tiempo, con tres hermanos
que vistieron la tradicional camiseta negra y blanca.
“Beleto”, “Cabezón” y “Gallo”,
apodos que dejaron lejos sus nombres propios, entregaron sus condiciones a pleno corazón,
sin pensar más allá de que jugaban para su gente, y en eso empeñaron tanta
nobleza. Quizás con Pedro se fue una parte importante de la historia de un club
que todavía no ha escrito su gran libro. El libro que yo, como parte de algunas
de sus páginas menores, le adeudo. (Fotografía y texto de José López Romero)
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